miércoles, 19 de febrero de 2014

Panegírico al morir Nicolás Concepción Batista
Por Pedro Romero Confesor

El martes de esta misma semana, estando en la clínica en que mi compadre Colá se encontraba internos rodeado de sus hijos, comentaba yo con ellos, las gracias que había que darle a Dios por haberle otorgado el privilegio de vivir tantos años.

Vio partir al infinito a todos sus contemporáneos. Les decía que mi compadre  le saco provecho a todas las estaciones no sólo del año sino de la vida, porque hay hombres y mujeres que han tenido, como el año, primavera, verano, otoño e invierno. Algunos y algunas mueren en la primavera, que es la etapa inocente, ingenua y juguetona de la vida; a otros los sorprende la muerte en pleno verano, llenos de juventud, de lozanía,  de vigor y de esperanzas; los del otoño, son los que viven la etapa del adultez en que se forja el porvenir, se fomenta la familia y le acrecenta al hombre las responsabilidades…y la vejez que es el invierno de la vida, no solo es cuando el hombre y la mujer soportan el peso de los años y las vivencia de las estaciones de la vida ya pasadas, sino además, el tiempo de evaluar a favor suyo y de sus hijos el fruto de lo que han sembrado.

El paso siguiente es el morir

De Nicolás concepción Batista, no sabemos de su primavera, porque ninguno de nosotros había nacido cuando la tuvo, por su fortaleza en el trabajo nos luce que fue buena. Fue premiado en su verano, porque supo  escoger como esposa una dama exquisita y amorosa, la cual procreo una familia que educó con esmero como padre ejemplar. En su otoño, fue en Bonao un comerciante próspero; el más conocido en su tiempo en el campo y en la ciudad. Era un verdadero ícono de la comunidad a la que le sirvió también como Regidor del Honorable Ayuntamiento Municipal en la época en que esa labor era honorifica o gratuita igual a como lo hizo cuando fue Miembro de la junta de directores de la Asociación Bonao de Ahorros y Préstamos.

Como se ve, tal como les dije a sus hijos en la clínica, fue un privilegiado porque Dios le permitió vivir exitosamente todas las estaciones de la vida hasta hacer el viaje sin retorno, con la satisfacción del deber cumplido.

En su invierno que lo lleva al sepulcro, descansará para siempre al lado de su esposa. Con su partida, deja a Bonao sin uno de sus hijos más ilustre y hombre de honradez acrisolada.

Sus descendientes deben sentirse orgullosos de sus progenitores y felices de haber tenido un padre y una madre tan honorable en todos los sentidos.

Que Dios los tenga en su gloria por los siglos de los siglos.




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