Panegírico al
morir Nicolás Concepción Batista
Por Pedro
Romero Confesor
El
martes de esta misma semana, estando en la clínica en que mi compadre Colá se
encontraba internos rodeado de sus hijos, comentaba yo con ellos, las gracias
que había que darle a Dios por haberle otorgado el privilegio de vivir tantos
años.
Vio
partir al infinito a todos sus contemporáneos. Les decía que mi compadre le saco provecho a todas las estaciones no sólo del año sino de
la vida, porque hay hombres y mujeres que han tenido, como el año, primavera,
verano, otoño e invierno. Algunos y algunas mueren en la primavera, que es la
etapa inocente, ingenua y juguetona de la vida; a otros los sorprende la muerte
en pleno verano, llenos de juventud, de lozanía, de vigor y de esperanzas; los del otoño, son
los que viven la etapa del adultez en que se forja el porvenir, se fomenta la
familia y le acrecenta al hombre las responsabilidades…y la vejez que es el
invierno de la vida, no solo es cuando el hombre y la mujer soportan el peso de
los años y las vivencia de las estaciones de la vida ya pasadas, sino además,
el tiempo de evaluar a favor suyo y de sus hijos el fruto de lo que han
sembrado.
El paso
siguiente es el morir
De
Nicolás concepción Batista, no sabemos de su primavera, porque ninguno de
nosotros había nacido cuando la tuvo, por su fortaleza en el trabajo nos luce
que fue buena. Fue premiado en su verano, porque supo escoger como esposa una dama exquisita y
amorosa, la cual procreo una familia que educó con esmero como padre ejemplar.
En su otoño, fue en Bonao un comerciante próspero; el más conocido en su tiempo
en el campo y en la ciudad. Era un verdadero ícono de la comunidad a la que le
sirvió también como Regidor del Honorable Ayuntamiento Municipal en la época en
que esa labor era honorifica o gratuita igual a como lo hizo cuando fue Miembro
de la junta de directores de la Asociación Bonao de Ahorros y Préstamos.
Como
se ve, tal como les dije a sus hijos en la clínica, fue un privilegiado porque Dios le permitió vivir exitosamente todas las estaciones de la vida hasta hacer
el viaje sin retorno, con la satisfacción del deber cumplido.
En
su invierno que lo lleva al sepulcro, descansará para siempre al lado de su
esposa. Con su partida, deja a Bonao sin uno de sus hijos más ilustre y hombre
de honradez acrisolada.
Sus descendientes
deben sentirse orgullosos de sus progenitores y felices de haber tenido un
padre y una madre tan honorable en todos los sentidos.
Que
Dios los tenga en su gloria por los siglos de los siglos.
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