Cada 19 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Hepatitis tipo B y C. Este día se escogió con el objetivo de concienciar a la población en general sobre esta enfermedad, que si no es tratada como corresponde puede derivar en consecuencias de gran perjuicio sobre la salud, como lo es el cáncer de hígado o cirrosis.
La Hepatitis B es la irritación e hinchazón (inflamación) del hígado debido a infección con el virus.
Los contagios por hepatitis B, C y D se producen normalmente por el contacto con fluidos corporales de otros infectados. El medio de transmisión más común es la sangre, o productos sanguíneos contaminados (transfusiones), intervenciones médicas invasivas con un equipo contaminado y en el caso de la hepatitis B, la transmisión suele darse de la madre al niño en el parto y también con el contacto sexual.
La mayoría de las veces es asintomática, sólo cuando la infección es aguda puede manifestarse en forma de ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), orina oscura, cansancio intenso, náuseas, vómitos y dolor abdominal.
En la actualidad, se calcula que unos 600 millones de personas en el mundo están infectados de hepatitis y muchos de ellos no lo saben, debido a que se trata de una enfermedad asintomática, por lo que suele diagnosticarse de forma inesperada en reconocimientos médicos, donaciones de sangre o en análisis.
Por eso las asociaciones de enfermos de hepatitis C piden que se realicen más campañas de difusión para conocer y prevenir la enfermedad, que se dé una formación especializada a los médicos de atención primaria y por supuesto un seguimiento integral multidisciplinar de los pacientes (psicólogo).
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