Un día como hoy, en el año 1869, el presidente Buenaventura Báez y los comisionados del presidente de los Estados Unidos, firman dos tratados: uno para el arrendamiento de la bahía de Samaná y el otro para la anexión del país.
Inicialmente se acordó el tratado de anexión, el cual no llegó a ser ratificado por el senado de los Estados Unidos, quedando por lo tanto sin efecto gracias a la oposición de los dominicanos exiliados y, en particular, a la de varios senadores norteamericanos.
No dejándose amilanar por este fracaso, Báez acordó entonces el arrendamiento de la bahía de Samaná a una compañía norteamericana, esta tendría durante 99 años todos los privilegios que se habían concedido en un principio al gobierno norteamericano: potestad para nombrar a las autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales en el territorio de Samaná, así como la propiedad, por cada milla de ferrocarril o canal que construyera, de una milla cuadrada de los terrenos del estado aledaños a esas vías.
El mismo fue rescindido poco tiempo después por el gobierno dominicano, bajo la presidencia de Ignacio María González (quien había derrocado a Báez), aprovechando el retraso de la compañía en el pago al país de la cuota anual correspondiente.
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